jueves, 24 de noviembre de 2016

"Los hombres son de la Tierra ..."

¡Increíble!

¡Hola, amigos!
¿Tuvieron la oportunidad de ver la luna la semana pasada? 
Casi sin primavera, estamos entrando en el verano. ¡Calor y humedad! O mínimas muy bajas y máximas muy altas. Al menos en las regiones cercanas a La Plata y Capital Federal.





Además, mientras aquí sudábamos, en Ushuaia ...


Los jardines y las plazas, sin embargo, están en su esplendor.

Recordarán que cuando terminamos la novela, empecé un texto que enfrentaba machismo- feminismo  en forma algo extrema con intención humorística. No hubo comentarios escritos, pero por opiniones cercanas interpreté que no había sido entendido así y que se tomaban los dichos como convicciones mías.
Decidí entonces cambiar de tema para que se "relajara" la situación.

Ahora, después de considerarlo, he decidido mostrarles la continuación. Es del mismo tono: quizás con esta aclaración lo lean desde otro punto de vista y les guste. Comenten, por favor, aún si no les interesa. Sus palabras me orientarán.





La culpa









                        En la mujer
  Nacimos con culpa, nos criaron con culpa, alimentamos la culpa, nos fomentan la culpa. Ya sea por una o por todas las nombradas semillas y sus riegos, este no es un tema menor en nuestro género.
     Si tenemos marido,  hijos y/ o padres mayores a cargo y  trabajamos fuera de casa, sea por realización personal o por el necesario sustento, nos angustiamos con monólogos sin salida:
v  ¿No estaré siendo egoísta, pensando en nuestra realización personal y quitándole tiempo a mi familia?
v  Las tensiones me provocan contracturas. El médico me recetó masajes, pero… ¿quién les prepara la merienda a los chicos?
v  Me gustaría hacer alguna actividad física, pero si lo hago no tengo tiempo para preparar la cena, y eso de pedir comida hecha no es saludable.
v  Si dejo algo preparado antes: ¡se lo comen todo y cuando llego no hay nada!
v  El nene tiene fiebre.  Si falto al empleo, el jefe no me dice nada, pero al otro día me pone una cara. Si lo dejo con la niñera/ abuela/ tía, ya sé que voy a estar preocupada todo el día y a llamar cada rato.
v  Si yo me enfermo, mi marido no puede faltar para cuidarme porque él en su empleo es in- dis- pen-sa- ble. Además, seguro que si las cosas se complican no va a saber qué hacer. Si quiero un simple jugo de naranja, me tengo que levantar yo.
v  Si alguno de los chicos se despierta a la noche, me levanto yo, porque al otro día, aunque sea mal dormida, me despego de la almohada, hago el desayuno y preparo a todos para la escuela. En cambio él, ¡pobre! sin sus ocho horitas de sueño, no sirve ni para espiar.
v  Estoy esperando una película nos perdimos en el cine hace dos años y desde la semana pasada la están publicitando poruque  van a darla por la televisión. Cenamos temprano, lavé los platos, acosté a los chicos . . . ¡Increíble! Hasta alcancé a poner el agua para hacerme un tecito. Desde la cocina miro el sillón el living: marido e hijo mayor mirando el partido. Es el clásico: ¿cómo se lo van a perder? Ya está el agua. Me preparo el té, busco una revista o un libro que empecé  a leer en las vacaciones y tuve que suspender cuando la nena se raspó por primera vez la rodilla y me lo llevo a la cama.
v  Llueve. Tengo un montón de ropa acumulada. Para colmo, mañana la nena tiene educación física y mi marido juega al paddle con los amigos. ¿Cómo no vi las nubes o escuché el pronóstico así lavaba antes? ¿Qué se van a poner?
v  Son las doce de la noche y  no doy más así que me voy a dormir. Ya estoy en la cama. Él ronca. La casa está en silencio. Me pongo los auriculares del celular: ¡Qué lindo, música clásica, para relajarme hasta llegue Morfeo! De repente, me asalta una acusación desde la conciencia: “¿Por qué no puse una carga más en el lavarropas, así iba aflojando para mañana?”.
v  Si por alguna razón, llego a casa un rato antes que los demás integrantes de la familia, a cada uno que entra, además de contestarle el “Hola, mamá”, u “Hola, mi Amor” le estudio la mirada. Y leo. Leo, más que entre líneas, entre pupilas: “Olor a comida no hay”; “¿No había que hacer mandados?”;  “Mmm . . . seguro que no me ordenó la pieza.”; “La mesa no está puesta”; “¿Llamó a la pizería otra vez?”; “Que me haya arreglado las calzas para el cumpleaños del sábado, que me haya arreglado las calzas para el cumpleaños del sábado, que me haya . . . “ (este último es en tono de letanía y, a veces, cruzando los dedos, aunque implique una contradicción entre la fe y la superstición).

v  Necesito zapatos. La mitad de los que tengo no resisten otra visita más al zapatero: ya les hice poner suela de goma, cambiar chapita y por más que lustro y lustro la puntera, no se disimula el color gastado. La otra mitad están tan pasados de moda que si Margarita Sánchez tuviera una tertulia y no supiera qué ponerse, me los pediría a mí. Razones para comprar nuevos, sobran, pero . . . En quince días es el festival de patín de la nena y  no la voy a mandar con el mismo atuendo de la última vez. El sábado la mayor tiene un cumpleaños de quince: tampoco puede ir con lo mismo que al anterior. ¡Van las mismas compañeras y se van a dar cuenta! Además, el otro día, el rey del “fulbito” con los muchachos dejó las zapatilas tiradas en la cocina, como siempre (me parece que lo hace por seguridad, más que por descuido, pobre, porque si entran ladrones, con el olor se desmayan) y les eché una miradita: están casi para la jubilación. Con tantas necesidades: ¿se justifica que yo haga tanto derroche? ¡Voy tirando dos meses más que empiezan las liquidaciones!
v  No pasé por casa de mamá ni llamé en todo el día. A mi hermano seguro que ni se le ocurrió ir para preguntarle si necesitaba algo. Con mi cuñada no cuento porque ¡le tiene una tirria! Mi mamá a ella…  ¿O es ella a mamá? Bueno, parece que es mutuo y para el caso da lo mismo porque ni mi cuñada va a ofrecerle ayuda, ni mamá se dejaría servir un té por ESA, como le dice ella, que le robó al NENE que podría haber elegido algo muchííííísimo mejor. Estoy cansadísimas. ¿La llamo? Me arriesgo a dos panoramas: Si el día fue bueno, me cuenta que se encontró con la peluquera, que papá está mejor de la gota, que floreció el jazmín . . . y nos quedamos media hora pegadas al teléfono. Si los astros le fueron adversos,me detalla todas las partes de su anatomía (y de la de todos los parientes de los que tuvo noticias) que le pasaron factura y la deprime mirar por la ventana porque las flores están agonizando. . . y nos quedamos una hora pegadas al teléfono.  ¿No la llamamos hoy? Más de mañana no puedo pasar y entonces me toca la cantinela: “¡Ah! ¿Te acordaste? Porque una se puede morir acá sola y tirada, hasta que los vecinos por el olor llaman a la policía. Tu hermano no puede, pobrecito. Si vive para el trabajo y para darle a ESA todos los gustos. ¡Ni a los chicos me mandás! ¡Claro! Como ahora son grandes, ya no necesitás que te los cuide.” Y me quedo dos horas pegadas al teléfono,  a la culpa, a la bronca y a una contractura cervical por haber tratado de ir preparando la ropa que llevaré al día siguiente a la oficina, pelando la verdura y haciendo la lista de las compras con el inalámbrico apretado entre el hombro y el cuello.
v  Mientras algo va marchando en el horno, aprovecho a planchar. Veo por la ventana que unos feos nubarrones se acercan, o que está atardeciendo. Se me ocurre  una idea innovadora. En lugar de salir a recoger la ropa tendida antes de que la sorprenda la noche o la lluvia, le pido a mi marido, hijo, hija… cualquiera que esté a la vista, que lo haga. Alguno acepta (quizás porque le cayó la ficha de las miles de veces que me quejo: “¿no hay nadie que me ayude en esta casa?). Lo hace sin quejarse. Miro el montículo que trajo y recapacito: “Le corté lo que estaba haciendo. ¡Pooooobre! ¡Si yo en una corridita (como siempre) lo hacía!”

v  Tengo una cita. Causa probable de culpa número uno: ¿Me arreglo de manera muy seductora? ¡Va a pensar que soy una cualquiera! ¿Demasiado recatada? Puede imaginar que soy una reprimida o, en su defecto, unas atorranta, vestida así para disimular.
v  Causa probable de culpa número dos: ¿Hablo mucho? Voy  a parecer egocéntrica. Y si encima toco muchos temas: política, arte, música… mmmm… ¡encima inteligente! No, no conviene. ¿Hablo poco? Creerá que soy aburrida o que tengo algo que esconder.

 En el hombre 


No quiero comenzar indicando que ellos, primero, tendrían que buscar el significado de la palabra en el diccionario, porque sería muy agresiva. Además, pienso que sí la cuentan en su haber, pero, ya sea por la manera en la que se los educó o por mandato social, es mucho más acotada.
v  El nene amaneció con fiebre. Mejor que se quede mi esposa a cuidarlo porque, como la madre ¡no hay! Además, si falto por una razón como esa, después el jefe... ¡me mira con una cara! ¡Y hay que aguantarlo! ¿Eh? Ni hablar de los compañeros que van a pensar qué clase de mujer desamorada tengo que lo deja en mis manos. Por otro lado, lo que me toca hacer a mí en la oficina, no puedo delegarlo. Si lo agarra otro, cuando vuelvo, me encuentro que me hizo un desastre y por faltar un día, necesito tres para arreglarlo.
v  ¡Uy! ¡No la llamé a mamá! Bueno… seguro que mi hermana o mi cuñada se acordaron. Si pasó algo grave me van a avisar. Ellas entienden que estoy muy ocupado.
v  Mi esposa me encargó que comprara algo al salir del trabajo. ¿Qué era? ¿La llamo? ¡No! Va a pensar que soy  un desmemoriado, o, peor, que no le presto atención cuando me habla. ¿Para qué perder tiempo? Seguro que era una pavada y aunque no lo lleve se arregla igual. ¡Claro! ¿Será por eso que la última vez que hice eso me dijo: “ No, no te preocupes. La tarada soy yo que cuento con vos… y nunca aprendo.”?
v  Ella está cocinando y planchando a la vez, mientras, sentado en el sofá, leo el diario. Miro por la ventana: atardece ¿o amenaza lluvia? Hay ropa tendida. ¿Y si me ofrezco para descolgarla? O la traigo, directamente, como en sorprendida cooperación. ¡Nooo! A ver si lo toma como costumbre y se convierte en una obligación adquirida. ¿Y si justo está espiando un vecino machista? Total… seguro que ella ya se está dando cuenta y, en un rato, pasa corriendo y vuelve con los brazos llenos, como siempre. Eso sí: si pasa cerca, me ofrezco para ayudarla a compartir la carga.


Espero que ahora hayan entendido un poco más mi intención. Me despido con otra imagen nevada.



'

¡Hasta pronto!

lunes, 14 de noviembre de 2016

Tema nuevo


 ¡Hola, amigos del blog!

Otra vez nos encontramos un domingo. Este fue rarísimo climáticamente: llovió desde la noche y a la tarde salió el sol. Podría ser una metáfora (lástima que muy usada) de las circunstancias difíciles de nuestra vida y la esperanza del resurgimiento.





Como no hubo ningún comentario en las dos entregas anteriores, se me ocurrió cambiar de tema a ver si se entretenían más. Así que ahí va una anécdota. Está en mi último libro, “Historias de paz (¿Quién dijo que todo está perdido?)”. Quizás estén regresando  una reunión familiar (amenizada con rica comida y un buen vinito), o de algún paseo (hoy en La Plata había varios eventos), o simplemente sigan acurrucados en la modorra dominguera que favoreció la mañana de lluvia. Los invito a bajar un poco la velocidad, acomodarse, y acompañarme en esta reflexión. A riesgo de ser repetitiva, les sugiero que hagan comentarios. Creo que este texto es ideal para hacerlo.







                                              Los verdaderos revolucionarios

Cuando supe que debía dirigir unas palabras en el colegio donde me desempeño como profesora de Lengua, para el aniversario del golpe de estado del setenta y seis, me preocupé bastante, (no porque estas me falten , al contrario, son el instrumento de mi profesión y, a veces, la tortura de mis amigos), sino porque mi opinión respecto de los hechos que se recuerdan difiere bastante de la de la mayoría, y, en tiempos de tanta confrontación, lo último que necesitaba nuestro querido país, eran más divisiones.
Soy docente: mi vocación no es adoctrinar, sino enseñar; soy cristiana, así que mis palabras debían sembrar la paz, y no la discordia, y soy misionera, por lo tanto, no debía imponer MI verdad, sino dar elementos para que cada uno la encontrara en su interior.
    Por lo tanto, hice lo mismo que cuando selecciono una obra para leer en mi materia : buscar algo que deje un MENSAJE. Y se me ocurrió el siguiente: sea cual sea el caso: guerrilleros o militares, oficialistas y opositores, católicos y no católicos, judíos y musulmanes, políticos y pueblo… y hasta equipos de fútbol rivales. A lo largo de la historia, he aprendido una cosa. Cualquiera sean las diferencias:
                               
LA VIOLENCIA NUNCA ES LA RESPUESTA.





Un verdadero revolucionario no utiliza la violencia para demostrar la validez su teoría.
Un idealista convencido, no tiene que apuntar con un arma para convencer. Si realmente tiene la razón, bastará su palabra y, más aún, su ejemplo, para que quieran seguirlo.
Jesucristo dividió la historia en un antes y un después, y no arrojó ni una piedra: al contrario, sabemos que los que estaban a punto de castigar a una mujer, al oír sus palabras, las soltaron.
¿Vieron alguna foto de Mahatma Gandhi empuñando un fusil? Y logró, nada menos, que la independencia de la India.

Santa Teresa de Jesús hizo reformas radicales en la vida conventual, y no se conocen de ella ni siquiera palabras de odio.
La Madre Teresa de Calcuta inició una verdadera guerra al hambre y al abandono, sin violentar a nadie, y tocó profundamente millones de almas, aún de aquellos que no la conocieron personalmente ni practicaban religión alguna. Dando un discurso en el Estado económicamente más poderoso del mundo, tuvo la valentía de decir que estaba en un país en donde, con el aborto y la pena de muerte, el asesinato se había vuelto legal. No amenazó a nadie, no gritó, no se enojó, pero el mismísimo presidente, allí presente, tuvo que escucharla, y, no me cabe la menor duda de que habrá tenido en qué pensar esa noche al poner la cabeza en la almohada.


Martín Luther King, un pastor, con sus discursos y su tenacidad, logró la mayor parte de los derechos que hoy tienen los negros en los Estados Unidos. La palabra, la fe en sus creencias, la fe en Dios, la vida recta. . . eso fue suficiente para los millones (blancos y negros), que lo seguían. Ninguna de sus estrategias incluyó el uso de la violencia. Más aún, prohibía a sus partidarios el uso de la misma.

Nelson Mandela soportó años de cárcel, y fue elegido presidente. Hubiera podido usar la venganza (ahora tenía el poder y los medios) contra sus detractores, y no lo hizo.


San Francisco de Asís. . .  ¿qué más revolucionario que difundir el desprendimiento de las posesiones materiales en un mundo donde todos eran por lo que tenían? Pero no fue casa por casa, espada en mano, a obligarles a los ricos a entregarles sus pertenencias a los pobres. Él se desnudó primero.
Y así encontraríamos miles de ejemplos, y muchos que permanecerán siempre anónimos.





Repito.
                             LA VIOLENCIA NUNCA ES LA SOLUCIÓN

Es cierto que hay países que forman verdaderos imperios que oprimen a los que menos tienen, pero volar las Torres Gemelas no me pareció una buena forma de hacérselos saber.
El mismo Papa Su Santidad Juan Pablo II, pidió perdón por las Cruzadas.
Un hombre que quiso defender la idea de que su raza era la única perfecta, mató a millones de judíos por ese “ideal”.
Un idealista no es un loco. Un revolucionario no es un asesino. Más bien hay locos o asesinos, que esconden o justifican su patología disfrazándola de ideal.
Un idealista no es capaz de matar por su causa, sino de morir por ella.
 ¿Qué más pruebas necesitamos? ¿El siglo XXI y todavía no lo entendimos?
                     
                 LA VIOLENCIA OBLIGA, PERO NO CONVENCE.

Si no te gusta como son las cosas hoy, si sos un idealista, si querés “revolucionar” el mundo, me parece fantástico. Es más, me resultaría extraño que, siendo adolescente, fueras conformista.
¿Tenés un ideal? ¿La doctrina cristiana la igualdad social, más educación, la inclusión de las personas con capacidades diferentes…, el que sea? ¡Genial! Nuestra generación confía en la tuya. Convencénos de que tu idea es válida. Pero no escribas las paredes en la calle, ni los bancos de la escuela, ni las estatuas de las plazas, ni contestes groseramente a tus profesores y a tus padres faltándoles el respeto, ni te agarres a trompadas con el que piensa diferente. Hablános, comprometéte, planificá qué querés de tu vida, trabajá, estudiá, conocé tu causa y aprendé a amarla. Cuando hagas todo eso, puede ser que  convenzas a uno, a dos, a varios o a miles, no importa. Porque sólo entonces, el mundo comenzará a cambiar.
                                                                           




Espero que les haya gustado ¡Hasta la próxima semana!

domingo, 6 de noviembre de 2016


Domingo de sol y muuucho calor. Me imagino las plazas llenas de gente tomando mate y chicos jugando. 

Les mando un paisaje para que se imaginen sentados en una de las piedras o en el pasto, con los pies en el agua fresca.

Mientras yo también imagino que estoy escribiendo en esta casa que parece fresca, aunque el paisaje no corresponde a esta estación. Da una sensación otoñal, más que de primavera, pero me daría mucho placer estar allí.









Antes de empezar con lo que tenía preparado para hoy, quiero comentarles algo: me sorprendió no encontrar comentarios la semana pasada, a pesar de observar veintiocho visitas. Mi primera impresión fue que no les había interesado, hasta que un amigo que lo leyó me dijo que no estaba de acuerdo con casi ninguna de mis ideas.Que era una visión machista y que las cosas no eran en estos tiempos tan así.
Por lo tanto, saqué otra conclusión: no coincidían y, por no discutir, prefirieron no comentar nada. Por eso les aclaro dos puntos: el tono era humorístico, exagerado y casi caricaturizado pero parece que no supe hacerlo entender así y pensaron que reflejan MI OPINIÓN sobre esos temas. ¡En absoluto! 
El otro punto, ya aclarado en la publicación anterior, es que una de las intenciones era debatir con comentarios, que no tenían necesidad de coincidir conmigo ni ser serios: podían hacer chistes o subir imágenes, dar ejemplos de situaciones cotidianas cómicas ....
Comenten si hay algo en lo que no están de acuerdo y aporten lo que quieran. No lo tomaré a mal,al contrario, me enriquecerá. 
Y ahora, a lo nuestro. 

Actitudes compulsivas que tenemos . . . .

Las mujeres

Compramos todas las ofertas, con la excusa de que ahorramos.
Preguntamos hasta lo más íntimo, porque queremos tener elementos para poder ayudar a la amiga que tiene un problema.
Repetimos diez mil veces: “Los hombres son todos iguales”, para confortar a una amiga
 traicionada. y a nosotras también.
Rompemos con un embustero y nos proponemos: “Con m mentiroso, ¡nunca más!”. El próximo nos dice que somos la mujer  más hermosa que ha visto y pensamos: “¡Este hombre sí que tiene buen gusto!”.
Pedimos orientación para llegar a un lugar antes de ir, y cada dos cuadras de camino, porque al último al que le preguntamos no le entendimos nada pero no le pedimos que nos lo explicara de nuevo por temor a que pensara que éramos taradas.
Cuidamos que siempre estén impecables nuestros hijos, esposos, padres mayores y hermanos menores, porque si los ven desarreglados, van a pensar “¿Qué clase de madre,/esposa,/hija o/hermana tiene esta pobre piltrafa que no se ocupa de él?”
No les permitimos que se arruguen, sienten, paren, arrodillen, jueguen, coman ni estornuden una vez que los hemos convertido en nuestra obra maestra . . .  por la misma razón.
Si nos cruzamos con una compañera de trabajo y nos saluda con mala cara, nos preguntamos “¿Qué le hice? ¿Metí la pata? ¿Conté algo de ella? ¿Le contaron algo de mí? ¿Le contaron que conté algo de ella? ¿Le contaron algo de mí que no sabía y cree que tendría que habérselo contado a ella primero? ¿El jefe le llamó la atención y cree que fui yo la que la mandé al frente? ¿Cree que le usé la taza, o la toalla, o la abrochadora, o la lapicera, o que estoy haciendo contrabando hormiga llevándome ganchitos de su escritorio? “. Y le preguntamos a otra compañera, al ordenanza, al chico de los mensajes, al portero y a la señora del buffet si sabe algo.
Cuando tenemos pareja, le dedicamos  todo nuestro tiempo y “desaparecemos” para nuestras amigas. Si la pareja naufraga, recurrimos a ellas, las incondicionales, les contamos todas las injusticias que nos hizo sufrir ese mal agradecido y les prometemos que nunca, nunca, nunca más, vamos a permitir que un estúpido macho nos aleje de ellas.


Los hombres

Hacen zapping continuamente, pero dicen que es para tener más opciones.
Cuando una mujer los desaira, exclaman “¡Las mujeres son todas iguales!”, y se ponen
a la caza de una igualita a la anterior.
     Dejan a una mujer que les sugiere cómo conducirse en algunos aspectos porque “es una
manipuladora” y siguen viviendo con la mamá, que les dice a cada momento exactamente lo
que tienen que hacer. . .  pero ella lo hace por su bien.
No preguntan direcciones aunque estén perdidos, porque piensan que un hombre que no nació con un GPS incorporado, es una vergüenza para su género.
Arrugan, estrujan, ensucian la ropa que les hicimos poner por alguna de estas tres razones, o por todas ellas.
a)      No entienden por qué le damos tanta importancia.
b)      No les importa en absoluto cómo quede la ropa después de que hacen lo que quieren.
c)      Jamás en su vida lavaron ni plancharon, así que no tienen la más pálida idea del trabajo que significa.
d)     Creen que si algún amigo, hermano o cualquiera de su género se da cuenta de que cuida la ropa va a pensar que es maricón o polllerudo porque tiene miedo a lo que le diga la mujer cuando llegue.
 Si se cruzan con una compañera de trabajo y los saluda con mala cara, piensan: “Está en “esos días” y siguen de largo, sin pensar más en la cuestión.
   Si les ocurre lo descrito anteriormente, pero con un varón, piensan:
a)      “¡Pobre! También . . . ¡con lo mal que le va a  . . . “(complétese con el equipo de fútbol del cual el alícaído trabajador es fanático.)
b)      “Y bueno . . . . ¡con la esposa / novia/ suegra/ cuñada que tiene!” Estos parentescos  son válidos como excusa tanto en forma  selectiva, como todas a la vez. Obsérvese que ninguno es masculino.
c)      “A este lo encaro aparte y si se pasa de la raya, le pongo los cinco dedos en la cara: ¡Qué se cree!”

El material que pensaba publicar era más extenso, pero subí sólo una parte para no cansarlos. Lo bueno, si breve ...



   De todas formas, no todo va a ser sobre el mismo tema: mecharemos con poesías, algún relato, una reflexión. Bueno, espero haberlos dejado más satisfechos que la semana pasada y ¡comenten! ¡escribamos entre todos!
Terminen muy bien el domingo, quizás con una tarea relajante como regar las plantas o, simplemente, gozando del atardecer.¡Hasta pronto, si Dios quiere.




martes, 1 de noviembre de 2016

¡Volviiiiiimooooossss!

                                                            

          ¡Hola amigos!

Con idas y venidas, con algunos que no podían entrar en el blog a pesar de sus esfuerzos (que agradezco muchísimo), pero luego lo lograron cuando rectifiqué mi error ¡dos veces, que despistada!. Disculpen los inconvenientes, pero yo podía entrar, tanto por la computadora como por el celular. Cuando los primeros manifestaron su dificultad, mi esposo lo corroboró con su computadora y también podía, así que pensé que el problema no era de la dirección. Hasta que una amiga (¡gracias, gracias, gracias!) que no nombro porque no sé si le va a gustar, me hizo notar mis dos equivocaciones.

Y nos tocó empezar noviembre con un día de lluvia..



Algunos tendrán desde su ventana una vista como esta.










O, si tienen jardín, un panorama como este ...














También es un día muy especial. 

Algunos de ustedes no serán creyentes, pero,los que lo son, podrán dedicarle hoy una oración al santo de su devoción. Para mí, Santa Teresita, mi patrona, y para el "poberello" de Asís, San Francisco.


Bueno, ahora, a lo nuestro, que ya estarán cansados de tantas vueltas.
Al despedirme cuando finalizó "Carolina y las letras enamoradas" les comenté que este sería un texto difícil de encuadrar: ni novela, ni cuento, ni obra de teatro ... casi un ensayo, pero ...no. Cada uno clasifíquelo (o no), según su juicio. Seguramente el título les recuerde al muy ingenioso y vendido libro "Los hombres son de Marte y las mujeres, de Venus". No, no lo pageé, aunque el tema es parecido: sobre hombres y mujeres.¡Siempre va a haber "tela para cortar", como dirían los mayores sobre nuestras similitudes y diferencias, encuentros y desencuentros! Estará basado en la observación y la escucha de experiencias, mías y ajenas, así que, como no soy dueña de la verdad absoluta me gustaría mucho recibir comentarios, anécdotas, y opiniones: de ustedes.Como si lo hiciéramos entre todos.
También, según la vida cotidiana,les llegará alguna poesía, un chiste, una metáfora...
Entonces,les propongo, inspirándome en las condiciones climáticas, que, si no son tan aventurados como para hacer esto:

Y no tienen la obligación de lanzarse a 





busquen un lugar más o menos así (o se lo imaginen)




Y empiecen a pispear si lo que preparé les gusta. 


"Los hombres son de la Tierra y las mujeres, a veces... también"

¿Qué quieren los hombres?

Han cambiado las cosas


Ahora los hombres buscan relaciones estables con mujeres promiscuas, y aventuras pasajeras con mujeres serias.
Les gustan las “corridas” porque saben todos los trucos sexuales, pero cuando descubren que andan con otros hombres, las dejan.
Les atraen las serias porque saben que van a serles fieles, pero se aburren y las dejan plantadas porque en la cama no son como las profesionales del rubro.
Los atraen las inteligentes porque tienen de qué hablar, pero las dejan cuando los superan.
Les resultan irresistibles las huecas porque cualquier cosa que ellos dicen les parece interesante, pero les aburren cuando se dan cuenta de que no pueden tener una conversación medianamente elevada.
Empiezan a salir con una independiente porque no les están todo el día encima, pero dejan de gustarles porque no responden a todo: “Sí, cariño”.
Les gustan las dependientes (si lo son económicamente, mejor), pero las dejan porque los “ahoga” que los llamen por teléfono les manden mensajes o se aparezcan en el trabajo muy seguido.
Les gustan las hogareñas, porque les tienen lista la comida a horario, la casa limpia, la ropa al día y los chicos impecables, pero les fastidia que a la noche no estén siempre listas con la lencería sexy.
Les gustan las trabajadoras, porque suelen pagar la mitad de la cuenta, pero se sienten disminuidos si ganan más que ellos.
En definitiva: ¿cómo tenemos que ser las mujeres para que dejen de dejarnos?


                                             ¿Qué es la soledad?


 Para la mujer: no tener en quién volcar todo el amor que tiene dentro, y a quien cuidar y contener.

Para el hombre: no tener quién le lave la ropa, le cocine, le planche, atienda a sus amigos cuando lo visitan y ordene el desastre que dejan cuando se van, y tener que pagar por sexo.


  Solteros después de los 40

Para la sociedad, una persona llega a cierta edad soltera porque .

 Si es mujer


v  Es histérica.
v  Es lesbiana.
v  Es una adicta al trabajo, capaz de dejar todo por un ascenso.
v  Es fea.
v  Es egoísta
v  Es enfermizamente apegada a sus padres.
v  Debe de tener un carácter podrido.
v  Es frígida.

Si es hombre

v  Es un tipo que sabe disfrutar de la vida.
v  Ama la libertad.
v  Es abnegado en su profesión.
v  Tuvo un gran amor que lo hirió y  es tan sensible que nunca pudo superarlo.
v  Es un hijo devoto con una mamá enferma que depende de él.
v  No ha encontrado una mujer que lo valore realmente.


Si una mujer sale con varios hombres

v  Es una cualquiera.
v  Está intentando llenar un vacío existencial.
v  No es capaz de mantener una relación seria.
v  Tiene un pasado escabroso.
v  Nadie la soporta por mucho tiempo.
v  Es lesbiana pero no puede enfrentarlo.
v  Tiene un trauma desde chica.
v  Es una inescrupulosa.
v  Usa a los hombres como objeto.
v  No se valora a sí misma.
v  Quiere demostrarle a las demás mujeres que ella es superior.
v  Quiere demostrarse a sí misma que puede conseguir a cualquier hombre en la faz de la Tierra.
v   Se cree que es más linda, más inteligente, más sexy, más glamorosa y está mejor conservada* que las demás.

*Esto me recuerda a una frase de mi papá, cuando se decía que alguien estaba “bien conservado”: -Yo no soy una sardina para estar conservado.


Si un hombre sale con varias mujeres

v  Es alguien que tiene muy claro lo que quiere en la vida: piensa desarrollar al máximo sus capacidades intelectuales y ascender en su carrera, viajar para conocer el mundo y cuidar a su mamá anciana y enferma (que no sabe qué haría sin él porque los demás hermanos no se hacen cargo y él no es de esos insensibles que “tiran por ahí” a la mujer que le dio la vida y  que de no ser por los sacrificios y el ejemplo de tan abnegada señora no sería lo que es hoy _ aunque nadie sabe realmente qué es hoy, además de un cómodo al que le gusta que le laven la ropa, le limpien la casa y le hagan la comida que a él le gusta como sólo esa “santa madrecita” sabe hacerla _) hasta conseguir una posición estable y una considerable madurez, que le permitan ofrecer lo mejor a la mujer de su vida, con quien formará un hermoso hogar y a ella le dedicará su amor y fidelidad. Pero como para hallarla, tiene que buscarla, prueba con unas cuantas a la vez para tener más posibilidades de encontrarla.
v  Quiere aparentar que es libre, pero en el fondo esconde una terrible tristeza y soledad.




Si hay problemas en la pareja y  ELLA es infiel



v  Es una mala esposa.
v  Es una mala madre.
v  Es una cualquiera.
v  Es una hipócrita.
v  Y, si además, no lo contó a las más íntimas, es una mala amiga.


Si hay problemas en la pareja y  ÉL es infiel

v  Es un pobre hombre buscando contención.
v  Es un incomprendido.
v  Está desorientado.
v  Si se lo contó con lujo de detalles a los amigos . . .¡es un ídolo!



Si una mujer sale con un hombre casado.

              
v  Es una estúpida que cree todas las mentiras que él le dice.
v  Es una tonta que piensa que espera que él deje a su esposa.
v  Es una rompehogares que quiere dejar a una esposa sin marido y a los hijos sin padre.
v  Es una engatusadora que, una vez que el pobre hombre abandone a su familia, se irá con otro.
v  Es una ociosa que quiere que la mantengan.
v  Es una traidora capaz de “sacarle” el marido hasta a su mejor amiga (a pesar de que el hombre jamás pensó engañar a su esposa, ella insistió tanto que él tuvo que acceder porque si no iban a pensar que era homosexual y, como bien dice el manual de la esposa virtuosa por el cual se regían las mujeres, desde nuestras abuelas hacia atrás: “El hombre es hombr,  tiene sus necesidades,  y está en su naturaleza ¡qué tanto!”)



Si un hombre sale con una mujer casada

v  Es un hombre de buen corazón que se compadece de una mujer a quien el marido no le presta atención.
v  Es una persona paciente que escucha todos sus problemas.
v  Es un hombre de recta moral que estuvo luchando contra esa atracción prohibida, sufriendo terriblemente a causa de la antinomia entre lo que clamaba su corazón y lo que le decía su conciencia hasta que (a instancias de ella, claro, portadora de la tentación) su corazón ganó y  . . . cedió.
v  Aquí también se aplica el ya citado principio del manual de la abuela:” El hombre es hombre y tiene sus necesidades.”

Bueeeenoooo..... Espero que les haya gustado, aunque seguramente dará lugar a la controversia.Si quieren, coméntenlo, cambien opiniones y, publiquen sus comentarios será muy enriquecedor.
Dios mediante, nos encontraremos la próxima semana, por ahora sin día fijo.Tocaremos dos temas: actitudes compulsivas y (uno que se las trae, sobre todo en las féminas) LA CULPA.
Un abrazo grande
¡Ah! Y si cuando regresan a casa esta noche, o miran por la ventana después de cenar, a pesar de todo lo leído, no pierdan la esperanza de encontrarse con una imagen como esta: