domingo, 25 de diciembre de 2016

¡Feliz Navidad!


Queridos amigos del blog:

Hoy quisiera celebrar la Navidad con ustedes  un vídeo que me gustó mucho y por eso deseo compartirlo, y con la tercera de las poesías alusivas a esta fecha tan querida.. 

Rezo por todo lo que me han acompañado y "soportado" durante este año con paciencia, ya que no pude publicar con regularidad. Que la luz que irradia el pesebre, llegue a sus familias, dándoles todo lo que desean, en especial, Paz, tan necesaria para cada uno de nuestros corazones y para el alma del mundo.


Dedico también en esta publicación una poesía a nuestro entrañable primo Gogo, que hace muy pocos días partió a encontrarse con sus padres en el Cielo. 





Yo hubiera sido . . .


 En algunas entrevistas
cuando suelen preguntar
qué te gustaría haber sido
de no llegarte el azar
de ser lo que por destino
o Dios te hubo de tocar,
yo también en ese estilo
me vi tentada a pensar.



Sin límites en la historia,
ni amarre en la geografía.
otra vida, otra memoria,
el infinito a elección:
¿Qué papel o cuál misión
si hubiera estado en mi mano
habría elegido yo?

 Conquistadores y santos
científicos, literatos
para mí son demasiado:
Leí de ellos tales proezas

que me queda grande el sayo.

Sin embargo, me figuro
un personaje ignorado.
Mi nombre no está en los libros
y de nada soy el amo

Un pastorcito quisiera,
(un pastorcito ¡no un rey!)
sería esa Santa Noche,
con mi cabrita, en Belén.

Analfabeto, seguro.
Cuanto más simple . . . ¡mejor!
Él prometió a los humildes
la mayor consolación.

¡Qué paz, Señor, sentiría,
como no la hubo jamás!
Ricos, grandes, poderosos
no la podrían comprar,
mas yo, descalzo, harapiento,
la tendría allí no más.

La luz que irradia el pesebre . . .
Imposible de explicar.
Por eso todos callamos:
sólo se puede adorar.

Mi corazón ya no es carne:
es fuego ,es nube, es amor.
Estoy bajo las estrellas
que alaban a mi Señor.

“¡El Emmanuel ha venido!
¡Ha nacido el Salvador!”
Cantan los ángeles todos.
Los oigo, porque allí estoy.

Quizás, Niño, no me vieras
aunque yo te pueda ver.
Lo que importa es que me amaste
desde antes de nacer
y  en este punto la historia
marcó un antes y un después.

Volvería caminando
con mi cabra y mi cayado
a mi casita en la piedra,

sin lujos y sin reinado.
Les contaría a mis ovejas,
alegre y atropellado:
_ Con estos ojos lo he visto
en un  pesebre acostado.
Una Virgen lo sostiene
 y su padre está a su lado.
No saben lo que se siente.
¡Hoy . . . hoy el mundo ha cambiado!

¿La belleza de Cleopatra?
¿Las huestes de Napoleón?
¿La valentía de Aquiles?
¡No, no las querría yo!

Laureles de cualquier tipo,
cien años de emperador,
toda mi vida daría
a cambio de ser pastor.
Pero no un pastor cualquiera:
un pastorcito con fe
sería esa Noche Santa,
con mi cabrita, en Belén.



¡Hasta siempre, Goguito!

.




             Se fue mi amigo


A poco de la muerte de un amigo,
irrespetuosa por la furia del dolor
increpé a Dios en el sagrario:

_ ¡Qué injusto, Señor, te lo llevaste!
Era bueno, era fiel, era . . .
¡MI AMIGO!

Una voz que en parte
brotaba del santuario,
y en otra, retumbaba dentro de mí
dijo:
_ Lo querías, ¿verdad?
_ ¡Como a mí mismo!
_ Lo extrañas, me imagino . . .
Entonces, del dolor,
irás pasando al regocijo.
_ ¿Alegrarme? ¡Imposible
lo que has dicho!
_ ¿Eres hombre de fe, realmente?
_ Con toda el alma, desde que era niño.
_ Entonces, sabes dónde está.
_ Sí, bueno . . . pero . . .
_ Ya sé lo que te duele:
Es que no está contigo..
No sabes cómo es el lugar exactamente.
Describírtelo en términos que entiendas
trataré . . . a ver . . .

¿Recuerdas que odiaba el invierno?
Pues en este lugar, no existe el frío.
¿Qué a veces, agotado, cojeaba?
Ahora corre, y hasta vuela y no se cansa.
Podía enfermarse o algo lo a quejaba:
Aquí, para el dolor, no hay cabida
y quien solía  estar triste,
 reboza de alegría.
Tú lo quisiste mucho tiempo,
Pero Yo, lo creé desde el Principio.
A ti te falta su abrazo,
mas, ahora, él siente el mío.

Por cierto; me ha hablado bien de ti:
que le hiciste favores, que se sintió querido.
Por eso, Hijo, te bendigo..
Recuerda que no soy como los hombres,
a veces, desagradecidos.       
Yo soy El que es
¡y nunca olvido!

¿No ansiabas lo mejor para él?
Pues . .  ¿qué más quieres?
¡Está conmigo!
                                                            
                                   Teresita de Antueno




martes, 20 de diciembre de 2016

Acompañando el aAdviento con otra poesía y un regalito


El rey

Duerme, Niño, en el pesebre:
tu padre y tu madre velan.
No elegiste cuna de oro,
preferiste las estrellas.

No tienes súbditos reales
pero entonan tus canciones
del cielo, ángeles todos;
de la Tierra, los pastores.

Un acolchado de seda
merecería tu cuerpito
Pero . .  ¡qué te importa eso!
Tienes el cielo infinito.

Mas, todo el que viene a verte,
de emoción lleno se hinca
y no lo hace pro miedo:
es el Amor quien lo obliga.

¿Saben que vienes por ellos?
¿Qué la noche está bendita?
¿Qué  a partir de este momento
la Historia está dividida?

¿Lo desconocen? ¿Lo intuyen?
No importa: la Fe los lleva.
Pues no fueron los Doctores
de  la Ley, que le creyeran.

Lo salvaste,  me has salvado…
¿Qué más pedirle a esta noche,
cuajada por las estrellas,

celada por los pastores?



¡Sigamos preparándonos con alegría!

lunes, 5 de diciembre de 2016

Lluvia y granizo


¡Hola, amigos del blog !

Así estaba el cielo sobre mi jardín hasta hace un momento.












Ahora llueve y graniza


Seguramente, muchos de los que leen el blog no sean cristianos, pero esta poesía que escribí hace varios años, fue leída en el Café Literario al que asisto y gustó mucho.
De allí nació mi idea de compartir este adviento (tiempo de espera, de alegría, pero también de introspección para preparar nuestro corazón para la llegada de Jesús) con ustedes algunos escritos sobre el tema.
Para los que no son creyentes, espero que, al menos, les interese la musicalidad como obra literaria.

Sueño de Belén

Soñé que hace muchos años,
me encontraba yo en Belén.
Érase un camino largo
hacia el que me trasladé.

Mis ropas eran sencillas.

¿Qué buscaba? No lo sé.

Pero una voz me decía:
“Ven: tienes algo que ver.”




Un pastorcito venía
con una vaca y un buey.

Me derramó una sonrisa;
con la mano saludé.


“¿No te da miedo, tan noche,
andar por estos caminos?

Pueden haber salteadores”
le advertí, pero él me dijo:


“No, señor: en esta noche
nada a mí me detendría.

Al que llegó hoy a los hombres
recordaré de por vida.

Mi vaca y mi buey le llevo.

Es poco, porque soy pobre,

pero es lo mejor que tengo.
Mi vaca le dará leche
y el buey, porque con su aliento
mantendrá tibio su cuerpo.

Yo he cometido pecados:

a veces, guardé rencores

o no ayudé a mis hermanos. . .
¡Me avergüenzan mis errores!

Por eso, iba a quedarme.

Mi corazón no está limpio.

¿Quién podría así aceptarme,
como manchado y sin brillo?

Pero dicen que no importa,

que a todos vino a salvarnos

y al corazón lo transforma
con sólo el hecho de amarnos.

Al escuchar sus palabras

¡mi alma sintió un regocijo!

Un gozo que desbordaba.
¡A eso había yo venido!

Entonces, le hice un pedido
que sonó como un clamor:

_ Déjame, niño, ir contigo.
¡Yo también soy pecador!






Espero que les haya gustado. ¡Hasta la próxima y buena semana!